Por si acaso la Monarquía también estaba en crisis, y para que nunca nada le faltara a todos sus miembros ( y miembras ), una grandiosa persona, como el pobre multimillonario empresario Juan Ignacio Balada Llabrés designó a los principes como únicos herederos de su fortuna, valorada en varias decenas de millones de euros.
Y como en todods los cuentos, vivieron felices y comieron langosta y caviar
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